Huarmey Histórico
Por: Julio César Sotelo Falcón *
Compilador e Investigador
"La tradición es base de la Historia , un pueblo que olvida sus
tradiciones,
pierde identidad y pierde su
Historia"
Huarmey, la Provincia
de la costa ancashina fue escindida de Casma por D. L. 24030 del 20 de
Diciembre de 1984. Su territorio geográfico lo conforman los distritos de:
Huarmey, Culebras, Cochapetí, Malvas y Huayán.
Las
fiestas patronales que festejan son el 29 de Junio en honor a San Pedro, y en
Octubre la Virgen
del Rosario.
De
su pasado ancestral quedan algunos restos arqueológicos siendo los más
conocidos: El Castillo, Cuz Cuz, Colca de Gavilán, Ampanu o Chacra Amapanu,
Lomas del Cóndor, Culebras, Mandinga, El Pedregal, Los Gavilanes, Bermejo,
Llacsha, etc.
Notas Históricas sobre Huarmey y Culebras
Tomando
como referencia algunos libros antiguos de renombrados autores, brindamos
algunos párrafos que éstos detallan, y que tienen que ver con datos históricos
interesantes para el conocimiento de las nuevas generaciones de su población.
. Del Libro “Un
Viaje por Tierras Incaicas” – 1863-1865 – (Publicado en Bolivia, 1974)
de E. George Squier (Norteamericano)
“…Antes de la hora de acostarse disminuimos nuestra
velocidad frente a una sórdida colección de Chozas, llamada puerto de Huarmey o
Guarmey que, como todas las demás paradas, estaba en la desembocadura de un río
y valle que descendían de la Cordillera. El
lugar es poco importante y se distingue principalmente por su Chicha que, para
mi gusto, era sólo un poco menos desagradable que la encontré en otras partes”.
. Del Libro “El
Perú” – 1873 (Lima, 1956) de Antonio Raimondi (Italiano)
“…Este lugar se llama Acray, y allí acuden los animales a
apagar su sed y a disfrutar de un poco de sombra, después de la larga bajada sobre
un terreno estéril y calentado por los ardientes rayos de un sol tropical.
Desde este punto continua el camino casi enteramente llano, y después de tres
largas leguas, se encuentra el lugar llamado Cusmo, perteneciente a la hacienda
del Molino, cuya casa se halla situada a unas dos leguas y media más adelante y
actualmente en un estado ruinoso.
De Cusmo a la Caleta de Culebras, el
camino es todo llano; se recorre en menos de cuatro horas y está en gran parte
sombreado por una robusta vegetación.
A mi llegada a Culebras, quedé
sorprendido al ver el cambio que había sufrido este lugar. En 1859, año en que
hice mi viaje por la Costa
desde Lima a Trujillo, Culebras era un desierto, puerto que no había siquiera
una choza para sombrearse. En esta ocasión todo había cambiado: una hermosa
casa de madera de dos pisos se elevaba en la playa, y a poca distancia una
máquina para despepitar algodón, un molino de trigo y una sierra circular, eran
puestos en movimiento por la poderosa fuerza del vapor. Por otro lado un
pequeño muelle con rieles de hierro, un laboratorio para ensayos de minerales y
fotografía, varias carreteras, útiles de agricultura, etc., hacían conocer
patentemente la presencia en este lugar de un hombre emprendedor. Este hombre
era el ahora finado D. Tomás Going, que desgraciadamente no pudo ver realizados
sus ensueños, por la suma escasez de agua de la quebrada, que no le permitió
extender los sembríos de algodón como había proyectado.
Pase tres días con este
excelente amigo, empleados en visitar las cercanías, estudiando las
producciones vegetales, la formación geológica y los numerosos restos de los
antiguos habitantes del lugar; observándose en la cumbre de los cerros que
ladean en ambos lados de la quebrada, ruinas de paredes, fortificaciones, etc.
Hechos estos estudios y
verificado la altura de la columna barométrica al nivel del mar, emprendí
nuevamente regresando a Cusmo; y luego hice una excursión para ver las minas de
oro de Janca y unas piedras grabadas que tienen mucha analogía con las que se
notan en el alto de la Caldera
a poca distancia de Arequipa”.
“…Llegamos por la tarde a
Huarmey, la antigua “Hualmi”, que según me pareció, es un angosto valle, que
tampoco se ensanchaba mucho en su desembocadura. El desembarcadero de Huarmey
carece casi de toda protección, el puerto se compone sólo de una casa que sirve
a la vez de habitación del capitán de puerto y de agencia para los vapores, y
de algunas chozas de caña a su alrededor. Flameaba en ella una bandera peruana
del tamaño de la mitad del edificio.
Las embarcaciones que usan los
nativos de Huarmey son semejantes a las de Supe, es decir, son canoas de
grandes troncos de árboles traídos de Guayaquil. Estos botes, cuya forma
recuerda una artesa, son ampliados con planchas clavadas oblicuamente en la
parte superior: embarcaciones toscas, pero que se afirma, duran muchos años.
Huarmey es famosa en la costa
por su chicha, se llenan vasijas de arcilla o botellas con ésta y luego las
entierran, de este modo, la chicha queda guardada durante años. La chicha de
Huarmey es oscura, pero no es espesa, tiene sabor a vino y embriaga
rápidamente”.
. Del Libro “Monografía
Histórico Geográfico de Ancash” – Huaraz, 1928 – Pedro Cristóbal Villón
(Ancashino)
“…Para formarnos mejor idea de
nuestra costa, pasearemos a lo largo de ella. En Huarmey que es nuestro puerto
más al Sur desembarcamos; su bahía es abrigada contra los vientos y a su
entrada tiene un enorme peñón; desde la nave que nos ha conducido hemos podido
ver en sus proximidades un faro que presta grande auxilio a los vapores que
tienen que hacer escala en dicho puerto.
Ni el puerto ni el pueblo no
atraen nuestro interés, sus casas en número reducido son la mayoría de quincha,
de caña y barro; su comercio se reduce a algunas encomenderías chinas, por el
puerto se hace el embarque de los minerales de la Empresa Ticapampa ,
y los productos agrícolas del valle consistentes en algodón y a veces embarque
de cerdos.
La, población permanente del
puerto y del pueblo fluctúa alrededor de quinientas almas, la mayoría dedicada
a la pesca y la agricultura, la primera sólo para satisfacer sus necesidades
diarias.
La falta de atractivo natural
y comercial de Huarmey lo suple el modo de ser de sus hijos, afables y atentos
que procuran hacer una grata permanencia al viajero.
Actualmente está expedita la
carretera de Huarmey a Casma y podríamos viajar en automóvil; pero para darnos
cuenta de nuestra costa emprendemos el viaje a caballo.
Después del pueblo como a dos
leguas del puerto, y después de dejar atrás algunas huertecitas y pequeños
campos de algodón entramos ya a tierra estéril, amarillenta en partes y en
otras blanquecina, es la arena que en su mayor parte cubre nuestro litoral.
Pequeños montes se elevan a
las orillas del mar y se internan tierras adentro exhibiendo su esterilidad.
Estos montes un poco más al interior según sean las estaciones se cubren de
pequeña hierva, que son los pastos de las lomas.
Como a las ocho leguas de
Huarmey se encuentran la Caleta
de Culebras, que no tiene más muestras de vida que un pequeño arroyo que en
tiempo de lluvias en la sierra da sus aguas al mar; después siguen los mismos
arenales, los mismos cerros pedregosos y estériles, sigue el viaje fastidioso,
monótono sólo destruido por los rumores del mar por cuyas orillas o no muy
distante sigue el camino hasta que después de viajar casi todo el día, cerca de
treinta leguas de distancia se llega a distinguir el verde del valle de Casma,
si el viajero tuerce hacia tierra para visitar el pueblo de Casma, y sino,
sigue el mismo aspecto del camino hasta el puerto de Casma o puerto Noel, como
se llama actualmente”-
El mar de Ancash “…se
encuentran sus más hermosas bahías, la de Chimbote, la de Samanco y Casma, y
hacia el sur el fondo de Culebras con 6,000 metros de
profundidad…”
“…Bahía de Huarmey, es una
ensenada formada por la punta Cabeza de Lagarto, que avanza hacia el mar y la
defiende por el sur…dan este nombre a un mogote en que terminan unos barrancos
de piedra oscura, que defienden por el lado sur la bahía de Huarmey”.
Atardecer marino |
. Del Libro “Costa, Sierra y Montaña” – Lima, 1964 – Aurelio Miro Quesada S. (Peruano)
“A los pocos minutos de salir
de Paramonga, el automóvil comienza a discurrir por el Departamento de Ancash.
Hemos cruzado el río Fortaleza, y en la Quebrada Seca -nombre y paisaje
que se repiten con significativa frecuencia en la costa, casi siempre sedienta,
del Perú- pasamos de una zona a otra. Terminaron por ahora los valles extensos,
las haciendas ubérrimas, la riqueza dulce y dorada de las cañas, los “ingenios”
premiosos y acezantes cuyas grandes máquinas de hierro y cuyas altas chimeneas
sólo volverán a surgir más adelante, en el Departamento de la Libertad. Por ahora son los
valles pequeños, la tierra blanda y cálida, los bajos sembríos de algodón. Los
mismos contrafuertes de la cordillera avanzan aquí más hacia el mar y el
automóvil tiene que subir de trecho en trecho, e ir desdoblando curvas antes de
volver a encontrar la tierra plana…
Por cierto que hasta en la
mañana nos acompañaron los ecos de esa música, que no cesó en toda la noche.
Nos parecía escucharla todavía cuando el automóvil, torciendo a la izquierda,
entró por la calle principal del pueblo tranquilo de Huarmey. Sólo nos
detuvimos un momento; lo suficiente para recordar los tesoros soñados y las
leyendas del Cerro Maltino, que algunas veces, para aparecer más tentadoras, se
envuelven en los efluvios de una chicha que aquí tiene virtudes y resonancias
singulares.
Al cabo de unos kilómetros,
llegamos a la zona de Culebras. A un lado del camino, vimos el campamento de
los ingenieros. Chozas improvisadas, carpas quemadas por el Sol, postes
hundidos en la arena; había en aquel lugar algo de aduar en el desierto o de
tiendas extrañas de gitanos. Gitanería noble y esforzada, menos colorista que
la auténtica pero igualmente trashumante, que si de un lado inspira simpatía de
otro no deja de producir cierto temor en el viajero. Cada campamento indica que
se acaba el asfalto, y que tendremos que volver a los baches, las huellas
zigzagueantes, los traqueteos bajo el Sol sofocante, y entre nubes de polvo que
no sólo ciegan sino asfixian.
Algunas de estas escenas
conocidas se nos presentaron en un tramo del camino que ahora está ya
pavimentado, pero que entonces se hallaba inconcluso. Tuvimos que correr entre
arenales, y cuando alcanzamos por fin el valle de Casma encontramos que no
podíamos pasar por el río, porque no había puente en ese sitio…”
. Del Libro “Bajo
el signo del Terremoto” – Lima, 1970 – Daniel Hammerly Dupuy (Suizo)
“…En la ciudad de Huarmey
cayeron el 80% de las casas. La mayor parte del edificio de la iglesia
parroquial se derrumbó, pero la torre quedó en su sitio con su gran reloj que
se detuvo significativamente a las 3.24 p.m., marcando el momento cuando
terminó el sismo. Las víctimas humanas allí fueron 53 muertos, 162
desaparecidos y 1,498 heridos.
A pocos kilómetros hacia el
Norte, la carretera Panamericana quedó cortada al arruinarse el puente sobre el
río Culebras. Ese fue el primer gran obstáculo que se presentó ante las
caravanas de vehículos que llevaban los primeros auxilios por vía terrestre”.
Huaraz, 11 de
Agosto del 2009
(*) Promotor y Publicista en Turismo, Gerente de
Fotocromía “Julio César” –
Huaraz.
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