Avalanchas y Aluviones catastróficos en Ancash-Perú

NOTA PRELIMINAR: el presente artículo es parte del futuro Libro titulado "HUARAZ, Recopilaciones Históricas de la Sierra de Ancash", el cual espero publicar este año 2018. Este artículo, se publicó anteriormente en la Revista "Minerva" de Junio-2013.

Nevados: Huascarán, Chopicalqui y Chequiaraju, vistos desde Huaraz. Foto: JCSF.

Julio César Sotelo Falcón
Revista “MINERVA” Nº 1 – Junio, 2013

“No hay nada inanimado ni muerto en la Naturaleza.
Cada cosa es viviente y consciente a su manera,
vivamos en consonancia con ella”

Nevado Huascarán, se muestra la zona por donde
pasó el alud que se desprendió del pico Norte
lado izquierdo de la foto.
La especial configuración de la Cordillera Blanca, que al año 2009 tenía un área glaciar de 528 Km2; tiene más de 200 cumbres nevadas -27 de las cuales sobrepasan los 6,000 m. de altitud- en la que se ha registrado más de 360 lagunas (192 desaguan al río Santa), cuyas aguas son vertidas hacia los océanos: Pacífico y Atlántico; siempre serán un peligro latente para las ciudades asentadas en las partes bajas de las cordilleras.

Desde la década de 1960, existió una especial dependencia estatal llamada “Oficina de Glaciología y Control de Lagunas” que pasó por diversos Ministerios Estatales de la época. Esta se encargó de realizar estudios de los glaciares y la consolidación de lagunas peligrosas, por lo que podría considerarse que los riesgos futuros serían mínimos.

Aluvión de Huaraz del 13 de Diciembre de 1941
Hoy en día esta oficina de singular importancia para la región de la sierra ancashina, prácticamente ha desaparecido, y en todo caso se ha minimizado su importancia y los datos técnicos que guardaba después de tantos años de esfuerzo científico de importancia para la humanidad en general. Sería importante que su patrimonio (si existe) de fotografías, mapas, estudios científicos, etc., sea recuperado y guardado en una biblioteca especial, para el uso de las nuevas generaciones.

Roca que trajo el aluvión de Huaraz, del 13 de Diciembre de 1941.
Según la historia, la primera catástrofe producida por avalanchas de la que se tiene registro, es la producida el 6 de Enero de 1725, donde desapareció el pueblo llamado Ancash en Yungay, el aluvión bajó del nevado Huandoy produciendo unos 1,500 muertos.

Zona de Huaraz por donde hoy (2019) se ubica la Avenida Raimondi.
Otro hecho catastrófico de esta naturaleza, de los casi 30 que registra la historia en el departamento de Ancash, fue el aluvión de Huaraz, el 13 de Diciembre de 1941. Este se produjo a las 6.45 de la mañana por la ruptura del dique morrénico de las lagunas Palcacocha, la que a su paso desapareció más abajo a la laguna Jircacocha, en la quebrada Cojup de Huaraz. Descargó un aproximado de 4 millones de metros cúbicos de material, recorriendo unos 25 Kms. hasta llegar a la ciudad de Huaraz. Se calcularon 4,000 muertos y la mitad de la ciudad destruida.

Igualmente otro de importancia fue el que ocurrió el día 17 de Enero de 1945 en Chavín-Huari. Este se produjo por la ruptura del dique de las lagunas Ayhuinyaraju y Carhuacocha, ubicadas al lado este del nevado Huantsán. Se calcularon unos 300 muertos, habiendo sepultado gran parte del Centro Arqueológico de Chavín.

Otro fue el producido el día 20 de Octubre de 1950 en la quebrada Alpamayo. Fue por la ruptura del dique de la laguna Jankarurish, que por esa época se venía trabajando para su consolidación; este produjo daños materiales de puentes y obras en la Central Hidroeléctrica del Cañón del Pato y 16 muertos.

Templo de Ranrahirca y el nevado Huascarán, antes del aluvión de 1962.

Otro que se recuerda es el producido el día 10 de Enero de 1962. Debido a una avalancha y aluvión del nevado Huascarán norte, desapareciendo el pueblo de Ranrahirca en Yungay. Se registraron unos 4,000 muertos y daños importantes hasta el río Santa.

 

Croquis del recorrido que hizo el aluvión, por Humberto M. Silva Varillas, 28 de enero de 1962.

Cumbre Norte del Huascarán y ruta de la avalancha.
 Foto: W. Welsh  - julio 1970.
Pero la historia mundial científica, reconoce como la mayor catástrofe provocada por un glaciar, la que se registró el 31 de Mayo de 1970, en Yungay-Ancash. Para brindar con lujo de detalles científicos la información de este hecho, tomamos el relato publicado por Alcides Ames Márquez y Bernard Francou, en “Glaciares en la Historia” (Boletín IFEA-1995); el tenor literal dice así:

Más impresionante  todavía que los vaciados, son las avalanchas glaciares, las cuales son más raras, más localizadas, pero completamente imprevisibles. El Callejón de Huaylas les debe lo que se puede considerar como la mayor catástrofe conocida en la historia directamente provocada por un glaciar. Al menos 18,000 víctimas sólo en la ciudad de Yungay, a las que hay que agregar los 170 muertos de Ranrahirca, 229 muertos de Huashau y otros más río abajo.

La historia es conocida (Plafker & Ericksen, 1978; Hofmann et al., 1983). El 31 de mayo de 1970, a las 15:23 horas, un terremoto de magnitud 7.7 centrado a 130 km de la costa del Pacífico, sacude durante 48 segundos la cordillera. Un gran pedazo de hielo se derrumba del glaciar de la cumbre del Huascarán norte (6654 m) y cae en la cara oeste; una masa de roca de una centena de metros de altura de esta cara rocosa casi vertical se desprende a su vez en una nube de polvo. Al pie, una parte del hielo y de la nieve fresca del “Glaciar 511” es arrastrada. Todos estos materiales representan aproximadamente un volumen estimado en 50 M de m3 como mínimo, de los cuales un 10% es hielo. 

Aluvión de Yungay del 31-Mayo-1970; se aprecia las zonas por donde discurrió la masa de lodo y piedras.
Descienden hacia el Río Shacsha a una velocidad del orden de 280 km/h. A través de rebotes sucesivos, la corriente de detritos bien canalizada apenas va a tomar un poco más de 3 minutos para recorrer los 14 kilómetros que separan el punto de partida de Yungay. A esta velocidad, tiene bastante energía para subir los 230 m de la cresta del Cerro Aira, y para enviar un lóbulo secundario en dirección del cono de deyección en el cual está instalada Yungay, a 2,500 m.


Aluvión de Yungay 31 de mayo – 1970, visto desde la Cordillera Negra (Shashi Punta).
Foto: W. Welsh julio 1970.
Yungay es destruida primero por las sacudidas del sismo, luego por los bloques proyectados en el aire por el salto del Cerro Aira y la onda de la avalancha, finalmente por la misma avalancha, una corriente fluida de 5/10 metros de espesor que sepultó todo excepto el cementerio, que está instalado en una colina y la parte superior de las palmeras de la Plaza de Armas. El lóbulo principal se abalanza sobre Ranrahirca, destruye la parte recolonizada después de la catástrofe de 1962, un acontecimiento parecido pero de menor magnitud, y termina su carrera en el Santa encontrando bastante energía a 16 km de su punto de partida, para volver a subir 83 m de la ladera de la orilla izquierda. El Santa, cortado, va a formar una retención de un kilómetro de largo, luego se vaciará brutalmente enviando un aluvión que va a sembrar la destrucción a su paso hasta Chimbote, a 150 km de allí.

Aluvión de Yungay, del 31 de Mayo de 1970.

Las 4 palmeras de la antigua Plaza de Yungay,
mudos testigos de la tragedia del aluvión.
Esta catástrofe desafía la imaginación por sus proporciones. Las velocidades alcanzadas (280 km/h) por la avalancha, sin duda hasta 800 km/h por bloques que pesan decenas de toneladas transformadas en proyectiles por los efectos trampolín, la presencia de agua, todo eso sugiere para la corriente un comportamiento mecánico complejo con paso sucesivo y parcialmente concomitante en los 3 estados, sólido, líquido y gaseoso (Körner, in Hofmann et al., 1983). Lo más inquietante es el carácter recurrente de este tipo de acontecimiento: un glaciar de cúpula que desciende poco a poco hacia el vacío, la fragilidad estructural de una pared rocosa que la predispone a los derrumbamientos, una desnivelación de más de 4,000 m. en 14 kilómetros, una región donde los sismos son frecuentes e intensos, que reúna todas las condiciones. Antes de 1970, hubo la catástrofe de 1962, y luego mucho antes, sin duda uno o varios acontecimientos prehistóricos; el “Nuevo Yungay” es imprudente edificado sobre vestigios de avalanchas mucho más extensas, que movilizaron volúmenes de material mucho más grandes.

CONCLUSION: GLACIARES BAJO VIGILANCIA


Aluvión de Huaraz del 13 de Diciembre de 1941.
Como nos lo recuerda esta breve evocación histórica, existen varias razones para interesarse en los glaciares de la Cordillera Blanca. El peligro que representan las lagunas, siempre más numerosas y más grandes por el retroceso actual acelerado de los glaciares, hacen necesaria, más que nunca, su vigilancia. Asimismo, en una época en que el recalentamiento global del clima hace previsible la desaparición próxima de numerosos glaciares bajo los trópicos (Thompson et al., 1993), es urgente evaluar el impacto de una transformación tan rápida del medio sobre los recursos hídricos.

Puente sobre el río Quillcay en Huaraz; se ve la zona del aluvión y los templos de la Catedral
y San Antonio. Foto del año 1957 de Frederick Martin (USA).
La impresión de montaña verde y rica que dio esta cordillera a los primeros visitantes, sólo se debió en realidad al papel de los glaciares en el régimen de los ríos de la región: atenuación de los estiajes durante la estación seca de mayo a septiembre, desalmacenamiento de una parte de las aguas contenidas en los hielos durante los años con pluviometría deficitaria, como ciertos años ENSO, los glaciares tienen un papel regulador. Los trabajos de irrigación hicieron el resto para dar forma a este paisaje verdoso. Se tiene una sorprendente ilustración viendo el contraste que opone la Cordillera Blanca y la Cordillera Negra.

Zona del Aluvión de Huaraz, 13-Diciembre-1941
Para controlar mejor el peligro, pero sobre todo esta riqueza que representan las aguas glaciares, es indispensable que las redes de monitoreo glaciológicos e hidroclimatológicos instalados desde hace unos treinta años sean mantenidos, mejorados y ampliados. El diagnóstico sobre “el estado de salud” de los glaciares –balances de masas y mediciones de los frentes- sigue siendo una necesidad por un largo tiempo, por su interés como indicador de la evolución del clima en los trópicos y las aplicaciones en el campo de los riesgos naturales. En cambio, es indispensable vincular, más de los que se hizo en el pasado, el estudio de los glaciares con el de sus aguas. En el modelo de lo que se hace ahora en otras partes en los Andes centrales (Francou & Ribstein, 1995), es necesario disponer en algunas cuencas cubiertas de glaciares de un dispositivo que permita aproximar el balance hidrológico y seguir su evolución a medida que se opere la desglaciación.

En un momento en que las investigaciones muestran que los glaciares de los trópicos son indicadores extremadamente sensibles al recalentamiento climático en curso, su estudio constituye una vía de investigación renovada cuyo interés va más allá de la Cordillera Blanca. (el informe total es de 28 páginas, con 7 gráficos y 9 fotografías de glaciares) (A. Ames M).

Colegio La Libertad y muestras del aluvión de Huaraz. Esta zona es hoy (2019), la Alameda Grau.
Como puede apreciarse, luego de la lectura de este informe sobre las catástrofes producidas por glaciares, es que las zonas que siempre estarán en peligro latente de tragedias, son las más cercanas a los nevados; sobre todo hoy en día, debido a la desglaciación acelerada, producto del cambio climático por el calentamiento global del planeta. Lonnie G. Thompson (Ohio-USA) afirma que “algo de proporciones monumentales ocurrió hace 5,200 años. Las evidencias apuntan claramente a que en ese momento del pasado ocurrió algo. Pero también apuntan a que hoy día están ocurriendo cambios climáticos similares, que se deben considerar, debido a que 70% de la población del planeta vive en los trópicos, que es donde impactarían mayormente dichos cambios”.

Roca del Aluvión en Ranrahirca-Yungay,
del 31-Mayo-1970 
Se ha dicho muchas veces que la historia es cíclica, pero cuando se trata del comportamiento del planeta, en ocasiones resulta preocupante. Esto debería hacer pensar a las autoridades de turno y que tienen responsabilidad en el desarrollo regional, de que debe mantenerse en permanente estudio los glaciares de la Cordillera Blanca, a fin de dar seguridad a los poblados que se asientan en las partes bajas, como son el Callejón de Huaylas y la zona de Conchucos.

Concluyendo les dejo a los lectores algo para meditar:

“A menudo se dice: hay que salvar el Planeta.
Pero no es el Planeta que esta en peligro, sino la especie humana”

NOTA: Debo destacar en esta nota periodística a un amigo personal y de familia; nacido en Ancash-Chacas, ALCIDES AMES MÁRQUEZ (27-febrero-1937, 30-noviembre-2007), un Técnico Topógrafo-Dibujante, trabajó en la Comisión de Control de Lagunas del Ministerio de Fomento y Obras Públicas, por la década de 1960 y por más de 30 años, su labor se centró en la colección de datos sobre los glaciares y lagunas del Perú.

Participó en las obras de seguridad de lagunas (más de 30) y el monitoreo de varios glaciares. Trabajó con otros 7 técnicos, en la elaboración del “Inventario de Glaciares del Perú”, realizado entre los años 1978 a 1987 y cuya edición se realizó en Noviembre de 1989, por la dependencia de HIDRANDINA S. A., en cuyo seno se encontraba la Unidad de Glaciología e Hidrología de Huaraz.

El verdadero motor de esta obra fue el Sr. Alcides Ames, dinámico personaje que dedicó su juventud, su entusiasmo y profesionalidad al estudio de los glaciares peruanos. En varios años fue capacitado en Zurich-Suiza, Grenoble-Francia y Madison-USA.

Ciudad de Huaraz, vista desde Morcum en la Cordillera Negra. Se ven los nevados: Vallunaraju 5686 m,
Ranrapalca 6162 m, Rima Rima 5254 m, Churup 5495 m, y Quimarumi 5455. (JCSF)
Hay pocos glaciólogos en América del Sur que tengan una lista de obras publicadas tan completa como la de Alcides, quien publicó, solo o como co-autor, en prestigiosas revistas internacionales, como son: Los Annals of Glaciology, el Journal of Glaciology, el Journal of Geophysical Research, los Zeitschrift für Gletscherkunde und Glazialgeologie, el Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, entre otros.

Al igual que Alcides otro profesional que destaca en este trabajo es el Ingº Geólogo Benjamín Morales Arnao, quien también se especializó en el extranjero en el estudio de los Glaciares.

Puede decirse, que estos precursores de la Glaciología en el Perú, han dejado una gran huella en el campo científico de los glaciares, que los jóvenes ancashinos deben imitar. (JCSF-12-Junio-2013).

P.D. Las fotos son de mi archivo personal y otras tomadas del Internet


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